Por: Juan Felipe Araque
Jaramillo
Jefe de Prensa Instituto
Humboldt
Una nueva especie de Cecilia,
un anfibio sin patas llamadas comúnmente “culebra ciega” o “lombrices
capitanas”, fue hallada en la Serranía de los Yariguíes (Santander). La última
descripción conocida de un organismo de este grupo en Colombia fue hace 50 años.
A través de un proceso
participativo, los habitantes de la vereda La Belleza - zona donde ocurrió el
hallazgo – decidieron nombrar la especie como Caecilia pulchraserrana, que
significa Caecilia de la Serranía de la Belleza.
Con este hallazgo, en las estribaciones
de la Cordillera Oriental, asciende a 33 el número de especies de cecilias
descritas en el país, ocho de ellas exclusivas de Colombia, y a 837 la cifra de
especies de anfibios reportados en Colombia. El
hallazgo ocurrió gracias a la información de un guía local de la vereda La
Belleza, del Carmen de Chucurí, y durante una de las expediciones científicas
del programa Santander BIO, la cual se concentró en los restos de bosques
tropicales húmedos del valle del Magdalena para el estudio de fauna reptiliana
y anfibia, en temporada seca.
Las selvas del Carare, como
también se le conoce a la zona, fueron trasformadas con actividades ganaderas.
Aquellos restos de bosque profundo, hacia la vertiente oriental, fueron
ocupados durante años por grupos armados ilegales.
Al respecto de la nueva
especie, el investigador del Instituto Humboldt, Andrés Acosta, dijo: “se
seleccionó una de las áreas sin explorar más interesantes del departamento y
del valle del medio Magdalena que se conserva aún intacta. Allí encontramos una
población interesante de cecilias; en total recolectamos 9 en un día, lo cual
es poco común pues estos anfibios raros son difíciles de encontrar. Cuando
revisamos sus características en las colecciones de referencia del Instituto
descubrimos que era una especie nueva, aspecto que no es sorpresivo en áreas
sin exploración científica”.
A las cecilias se les
considera animales raros, entre otras, porque parecen lombrices grandes pero
con huesos, por tal motivo se les incluye en el grupo de vertebrados; son
largas y sin patas, por lo que parecen serpientes, aunque no lo son; carecen de
escamas y en cambio tienen piel lisa, y húmeda, similar a la de los sapos con
quienes están emparentadas al igual que con las ranas y las salamandras. Por
ser esquivas, muy pocos las conocen o se las han topado en su vida.
Según se reporta en el
artículo publicado en la revista científica de acceso abierto Zookeys, la
técnica de recolección utilizada para obtener especímenes de la nueva especie
consistió en preguntar primero a los habitantes de la vereda sobre aquellos
lugares donde hubiesen visto "culebras ciegas", "lombrices
capitanas" o "motolas" (este último nombre común es específico
de Santander).
Los sitios reportados fueron
visitados e inspeccionados para seleccionar lugares bajo la sombra de la
vegetación - donde el suelo es muy húmedo y no compacto, y especialmente
asociados a manantiales de agua, áreas pantanosas contiguas y suelos arenosos
negros con altos contenidos en materia orgánica.
Posteriormente, los
especímenes de referencia fueron depositados en las Colecciones Biológicas del
Instituto Humboldt, en Villa de Leyva (Boyacá) y en la Colección de Anfibios de
la Universidad Industrial de Santander para su análisis.
Parte del proceso de estudio,
que permitió la descripción de esta especie, incluyó análisis moleculares por
medio de secuencias de ADN mitocondrial, junto con tejidos de miembros de todas
las familias cecilianas colombianas que no habían sido estudiados y otros
grupos neotropicales con el fin de explorar, entre otras, sus relaciones de
parentesco.
“Hicimos un trabajo de
análisis molecular con tejidos colectados por el Instituto a lo largo de los
años y provenientes de varias expediciones recientes, como Colombia BIO, y de
las colecciones biológicas antiguas depositadas en la colección de tejidos del
Instituto; así reforzamos con evidencia molecular, nuestra primera impresión de
que la especie era nueva; además, por primera vez, se utilizaron tejidos de
otras cecilias colombianas para la construcción de la filogenia, es decir del
origen, formación y desarrollo evolutivo de este anfibio. Fueron ocho meses a
toda marcha”, mencionó el investigador Acosta.
Sobre la composición del
nombre, el artículo menciona que está formado “a partir del latín pulchra (que significa belleza), y el adjetivo
serrana (de la sierra o serranía)”, que hace alusión a la localidad donde fue
hallada la especie, y que se ubica en las estribaciones occidentales de la
Serranía de Los Yariguíes.
Caecilia pulchraserrana fue
elegido en un ejercicio de ciencia ciudadana. Primero, los científicos y
algunos habitantes del municipio de El Carmen de Chucurí reunieron una lista de
posibles calificativos para la nueva especie que luego se compartió con
pobladores locales, quienes votaron y por mayoría eligieron el nombre.
Marjuri Pinzón, investigadora
del programa Ciencias Sociales de la Biodiversidad del Instituto Humboldt,
precisó que “lo relevante de este ejercicio estuvo en la articulación entre el
conocimiento de las personas con las características particulares de su
territorio, mismas que quisieron plasmar en el nombre de la especie”, y
complementó: “ellas votaron, agradecieron el ejercicio y el involucrarlos en la
toma de decisiones sobre la biodiversidad de su territorio. Santander BIO fue,
de alguna manera, la oportunidad de reconciliar a las comunidades con su
riqueza biológica, aumentando la participación para la generación de
conocimiento”.
Y es que Santander BIO tuvo un
sólido componente de ciencia participativa desarrollado a través de programas
de formación de expedicionarios, que incluyó encuentros previos con actores de
la comunidad a nivel veredal, en específico en la zona de influencia donde fue
hallada la Cecilia, y ejercicios de
diálogo de saberes para la reconstrucción completa del territorio a partir de
conocimiento tradicional.
El programa de formación
permitió que un grupo de habitantes de la zona visitaran el campamento y
convivieran con los investigadores, aprendiendo de metodologías de recolección
de información para inventarios de biodiversidad relacionada con anfibios, mamíferos,
reptiles, y otros grupos biológicos.
Al respecto del rol ecológico
de las cecilias, este sigue en descubrimiento constante. Hasta ahora se sabe
que son animales que mueven nutrientes en la tierra e indican la buena salud de
un hábitat por su condición de organismos fosoriales, es decir que habitan en
el subsuelo y abren túneles.
En cada movimiento, estos
anfibios estructuran el suelo, aireándolo y mejorando su aptitud para el
desarrollo de plantas, animales, bacterias y hongos. En superficies intervenidas
nunca se establecen y, por lo tanto, no es posible hallarlas. “Necesitaremos
años para aprender otras cosas sobre estos organismos que son acuáticos,
semiacuáticos o terrestres, estos últimos asociados a ambientes de muy alta
humedad”, puntualizó Andrés Acosta.
Esta investigación fue apoyada
por Santander Bio, proyecto financiado por el Sistema General de Regalías,
administrado por el Departamento Nacional de Planeación, ejecutado por la
Gobernación de Santander y operado por el Instituto Humboldt y la Universidad
Industrial de Santander.
Fotos: Prensa Instituto
Humboldt
Fuente: Prensa de la
gobernación.
Ajuste de contenido y diagramación: bersoahoy.co
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